Allá, en Mystery Shack, se había armado de valor para acercarse a «ella» y, entre titubeos, la pudo invitar a caminar en cuanto terminase su jornada. No podía evitar sentirse nervioso, pero le alegraba el hecho de poder estar con la chica a solas, aunque sea por un momento.
—Es la primera vez que me detengo a ver un atardecer en Gravity Falls—admitió tratando de mantener la voz firme—. Huh... gracias por acompañarme, Wendy...
Las rodillas aún le temblaban. Había pasado toda la noche redactando una elaborada lista para que aquella tarde todo saliese a la perfección. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, y gracias a los consejos de Mabel, actuó impulsivamente y se lanzó al vacío con la latente posibilidad de ser rechazado. Pero eso no sucedió. Ahora se encontraba con Wendy contemplando la puesta de sol, tal como había deseado desde el inicio del verano.
Una sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios al escucharla hablar. Le alegraba el hecho de que ella estuviese disfrutando de ese instante con un... amigo. Dipper soltó un suave suspiro. Supuso que era pronto para esperar algo más.
—A-A mí también me agrada...—Respondió. Quizá en ese momento sería incapaz de confesar sus sentimientos, pero sin importar qué, no cambiaría aquel escenario por nada del mundo. Pronto, los colores anaranjados del atardecer comenzaron a dispersarse por el cielo hasta perderse en la distancia.
