Llevo entonces a Kiria a su estudio, cerrando la puerta con llave tras de ellos, lo invitó a tomar asiento y tomo su lugar está vez no tras del escritorio si no junto al pelirrojo, le miro un momento, había mucho que decir pero no sabía por dónde empezar con la serie de noticias que le tenía—
Miro la mano de Kiria y entrelazó sus dedos con los de él antes de sonreírle brevemente con resignación— Esto es así, aún que lo deseo, tengo mucho que perder si me niego, mis hijos, tú, ya lo perdí a él y ahora a mi hija, por no decir de mi cordura. Confío en que no durará, sabes bien que nunca lo ha hecho, lo has visto por ti mismo, mis esposas no suelen vivir mucho, espero esta vez no sea la excepción—
