Comienza a abrir sus párpados poco a poco, pestañeando de vez en cuando para evitar que le lastimara el acostumbrarse a aquella pequeña porción de luz en la habitación. Recargo su mentón en el pecho ajeno, y esta vez había abierto los ojos por completo, dejando ver algunos de sus mechones despeinados en varias direcciones pero lo que le hizo despertar por completo, fue escuchar la tripa rugiente de su hermano mayor, riéndose ante esto se sienta en los muslos de su hermano.

— Juzgando por la luz que está entrando por aquella pequeña abertura de la cortina, diría que aún queda una hora y media para que se oculte el sol Onii-chan… pero si tienes tanta hambre, ven. Te tengo algo. —

Se levantó de la cama, no sin antes darle un beso en la mejilla a su hermano y caminó hasta uno de los muros de la habitación, empujándolo dejando ver un hoyo bastante amplio que daba a los pasadizos detrás de aquel burdel que usaba la menor para moverse.