(...) En su lugar, quien suele recibir a la clientela es el cantinero Charles, siempre atento y educado. Y en esta ocasión no fue la excepción. Obviamente el hombre escuchó el saludo inicial de la viajera. Tal parecía que la chica no estaba prestando atención, por lo que no dudo ni un poco en hacer un comentario al respecto, claro, en modo de broma.
—¡Vaya! Se que soy guapo, pero no cómo para que me confundan con el maestro Diluc. ¡Ja ja ja! —
Río mientras limpiaba la barra que tenía frente suyo. Parte de las obligaciones del cantinero es mantener el lugar pulcro y ordenado. Una vez terminó de reír ante su propio chiste, continuo la conversación.
—¿En que puedo ayudarte, viajera? Si buscas al maestro, me temo que no se encuentra en la ciudad. Tuvo que hacer un viaje de negocios a Fontaine, sería imposible localizarlo a estas alturas. —
Finalizó el hombre; si su jefe no se encontraba en la taberna o en su viñedo, era prácticamente imposible dar con él.