Sus ojos se agrandaron levemente, la respuesta la había tomado por sorpresa. Solía ser algo ingenua a veces, pero sería imposible que tuviese alguna y tal vez por eso la movilizó de aquella forma. Las fotos de su niñez eran escasas, o más bien, nulas sin contar las muggles que su padre insistía en tomarle y sus abuelos hallaron por casualidad.

—¿Acaso la sacaste del pequeño altar que me dedicas en tu habitación? —Bromeó mirándolo incrédula, porque había llegado a la conclusión de que no hablaba en serio. Intentó que la curiosidad no la carcomiera mientras relajaba su postura y cerraba sus ojos, intentando lucir lo menos interesada en él posible. Mientras menos le insistiera, más rápido le contaría.