La expresión sorprendida de Catra no tenía precio. Incluso Melog pareció algo abrumada por aquélla noticia. Por ahora omitiría la influencia que ella había significado para que la Reina tomara aquélla decisión. Era un salto de fe, que no solo probaría su valor ante quienes aún no confiaban en ella, sino también ante ella misma. Adora pensaba que lo necesitaba. —Glimmer está bien con eso.— Aseguró y tomó una de las manos de la felina entre las suyas. —¡Es una gran oportunidad, Catra! Dirigir tropas y trabajar en estrategias es lo tuyo, sería tonto desperdiciar tu talento. Y además no voy a dejar que te conviertas en un gato sedentario y te quedes retozando en los jardines por el resto de tu vida.— Alzó un poco su mano, para dar un pequeño beso en sus nudillos, mientras dejaba que Melog se acurrucara junto a la rubia, observando a Catra con esos grandes ojos verdes, parecía que también la animaba. —Vas a aceptar... ¿Verdad?