—Habia entrado al nido de dragones de los Targaryen por alguna razón, siguiendo un aroma en especial, era la segunda vez que entraba a dicho lugar, aunque está vez no habría bajas de dragones jóvenes o crías, rompía un muro de dónde tomaba un par de cofres de huevos, saliendo tal como había entrado y emprendiendo vuelo a su guarida, claro que nadie se había atrevido a hacerle frente, había acomodado un nido previamente en el cual colocaba los huevos y se enrollaba alrededor de este dando calor a estos.–
—Guardó la calma cuando lo vio así, parecía que él resultaba un ultrajador desde el punto de vista de Caníbal, en su vida pensó que vería un nido por parte de ése dragón en particular. Se recargó en las rocas del costado mirando con atención, su largo cuello lo ayudaba a ver un poco las escamas que recubrían los huevos, negras.—
