-Estaba en la cornisa de aquel paisaje en el que sólo las entes que comparten su sangre podían visitar; una de las 7 hermanas miraba al horizonte sin buscar nada, sólo cuidando de la gente que aún oraba en su nombre.- Canten para mi... puedo oírlos, yo los cuidaré, siempre...
—Ya me imaginaba que estas torvas tan poderosas se debían a ti—. Una voz muy aterciopelada se escuchó a las espaldas de su melliza. Sentía la fuerte brisa enredarse en sus faldones y la cabellera glaucas le ondeaba como una bandera de paz en su respectivo mástil.
Se hechizó por el clima procedente de aquel risco y se dejó envolver por él, introduciéndose en sus fosas su aroma favorito a tierra húmeda. Sus párpados se cerraron y dejó que la percepción de sus otros sentidos fueran sus protagonistas.
