—Mh—expresó su frustración con un jadeo grave y largo, mientras los dos adolescentes brincaron de la cornisa, proyectando sus figuras hacia el abismo en una secuencia de acciones, que por un momento, el murciélago percibió en cámara lenta —niños—pensó en voz alta, dando un paso al frente para tomar el impulso que necesitaba.

Un segundo después, la envergadura de sus alas se extendió en un fustazo estridente que corto el viento, y su ominosa figura oscura se desplazó por el aire como un ángel caído, tomando ventaja y velocidad para rebasar a los chicos —Sin muertes—fue su última orden, y muy específica para que Damián cuidara la letalidad de su espada.

A diferencia de ellos, no usó el gancho. Su capa extendida cambió su figura a la de un cono, y cayó en picada acelerada; cortando toda la distancia entre él y el puerto, para aterrizar en una violenta embestida sobre un par de los hombres del Pingüino —Ngh— el golpe fue sórdido, casi estremecedor. {...}