Escuchar a su madre le volvió a traer en si, llevando ambas manos sobre su pecho, confusa nuevamente.

— Perdón, mamá. Layla no controlar poder interno y maldad.

Bajó la cabeza, arrepentida de sus palabras, no sabía que más decir, puesto a que su madre tenía razón. Una de sus deseos más grandes era ser más fuerte y proteger el reino con todo lo que tenía, pero aquella maldad que vivía dentro de ella y que liberaba extrañas emociones en Layla, solían controlarle cuando se molestaba y sin importar quien fuese, podría incluso atacar; eso era algo en lo que Aron le ayudaba ahora a controlar. Liberó un suspiro y presionó su pecho con ambas manos, cerrando los ojos, los cuales volvieron a su tono habitual.