-Como era costumbre en ella, empleaba sus fines de semana en salir a pasear, alejarse un poco de la caótica vivencia que le otorga cada día la ciudad, y es en uno de esos paseos improvisados que pudo hallar aquel encantador lugar, un amplio campo de flores de colores, entre rosa y violeta. Había estado en aquel lugar hace ya unas cuantas horas y simplemente no lograba aburrirse de la vista y la tranquilidad que le brindaba.
Pero sus pensamiento fueron interrumpidos al sentir que alguien se acercaba y curiosa, decidió voltear y ver de quien se trataba. Grande fue su sorpresa al descubrir que el reciente visitante era un conocido amigo suyo, lo cual hace que una dulce sonrisa se dibuje en sus labios y levanta la mano, haciendo un ademán de saludo hacia él- ¡Mi querido Compañero!