-Se encogió de hombros tras cruzar la mirada contra la ajena, sin embargo ante el saludo elevó tímidamente su mano y seguido le dedicó una ligera sonrisa penosa. Más cuando el contrario acortó la distancia, su mano se adentró a la bolsa de panes calientes, sacando un bollo y entregándoselo a Anyel.- ¿Quieres? Están muy buenos... Ese tiene carne picante... ¿Te gusta el picante...? -Cuestionó en ese tono bajo y apenado que siempre tenía a la hora de socializar con otros.-