Después de enviar el mensaje, cogió una de las cajas donde había apretado todo lo que pudo que casi no usaba, atuendos extravagantes, algunos tacones, una de sus pelucas y sobre todo, un par de joyas que eran demasiado llamativas, tanto para venderlas como para usarlas. Apresurada y a sabiendas de que, primero, su prima iba a en camino y segundo, que Katara tenía planes, cogió el primer taxi disponible. Estando en camino, le envió un mensaje a la nipona: —Llego en diez minutos, linda.
Bajó corriendo para abrirle la puerta, porque sabía que el tiempo que le tomaba terminar de maquillarse el ojo faltante, saltar por el apartamento buscando su abrigo y calzando los zapatos en el descanso antes de abrir la puerta, consumiría el tiempo que Anne tardaría en llegar. Apenas logró abrir la reja metálica, reconoció el cabello pelirrojo desde la ventana del taxi. Se envolvió en el abrigo, caminando hasta el automóvil. No sabía si bajaría de él o únicamente le entregaría la caja, así que se acercó hasta la ventanilla y le sonrió metiendo su cabeza en el espacio para alcanzar a besarle la mejilla.
