El dolor no se irá aún así, Andi... Pero podemos hacerle un espacio donde guardarlo, donde visitarlo sólo cuando sea necesario. Guárdalo mientras estés aquí, conmigo... No voy a dejarte solo.
Eran esos momentos de paz donde podía dejarse ver como realmente era, donde sentía que debía protegerlo incluso de si mismo, cobijándolo en su abrazo y pecho. Una serpiente leal al dolor de la otra.