Avanzó sin temor a cualquier réplica, silencioso, pero con suma curiosidad de lo que estaba haciendo la tercera sucesora al trono de ese reino en el cuál no vivía y al que no servía. Al contemplarla sofocada por todo el papeleo que debía firmar se limitó a cubrir su boca tras la diestra, en un gesto pensativo en el que siquiera su respiración se hizo escuchar; lo que tuvo por informar era importante, mas prefirió encajar con los tiempos de la albina, quién seguramente poco necesitaría de malas noticias mientras su mano cambiaba la realidad de su hogar, y el de todos quienes estaban por debajo de sus alas.