*Enarcando una ceja al escuchar el precio, la chica chasqueó la lengua en disgusto.*

Cinco mil dólares. *Musitó. Aún así se dignó a apartar la vista del aparador y sonriendo amablemente aceptó la invitación del encargado*

Quisiera ver entonces el resto del juego.

*Y así se adentró en el local, observando ahora el resto de las joyas que en los exhibidores relucían*