– ¡Oh! ¿En serio nadie te ha dicho eso en mucho tiempo? Qué ciegos deben estar... yo con un solo ojo disponible puedo ver su cautivadora y fina belleza... – Sonrió al ver a la dama ruborizada ante su comentario, que se notaba con esa hermosa piel, y posteriormente le dedicaba una sonrisa alegre. – Y tengo otro ojo disponible para confirmarlo... – Sacaría un poco su parche de su ojo con uno de sus dedos de la mano derecha, luciéndole una cálida sonrisa, para mostrarle que tenía disponible su ojo derecho, aunque algo herido.