—Jamás creí en tí... Yone — La que alguna vez hubiera sido una voz tímida y sutil ahora hablaba con rábia y dolor, sujetando con fuerza la rama en la que antes guardaba los sueños, ahora contaminados con la ruina. Los colores brillantes de su pelaje y cuerpo habian sido consumidos por el negro y el gris, además de la corona verde que brillara sobre su cabeza y que solo acompañara la mirada tensa de la cervatilla, esa que observara con disgusto al cazador que estuviera a un par de metros de ella. (...)
A pesar de que sus patas estuvieran firmes y su cuerpo erguido, sus manos sujetaban con fuerza la rama hacia sí misma, como si una parte de la tímida criatura aún se escondiera en ese ser corrompido por la niebla del rey arruinado. Ya no era alegria lo que irradiaba, todo se habia ocultado tras dolor e ira, esa misma que le hiciera decir esas palabras hacia el samurai... Su corazón dolia, la melancolía la consumía y ahora todo parecía caer ante Viego, incluso la dulzura de la cervatilla de los sueños.
