—Oui, su pequeño y dulce hermano— Claro, era una pequeña broma, pero el tema quedó de lado cuando vio como acercaba su mano ensangrentada, sus ojos brillaron al percibir el aroma de la excelente sangre que había cazado el mayor.

Se inclinó hacia él, un poco dudoso pero a la vez deseoso por probar el manjar que consumía aquel vampiro y sin más dilación recorrió con su lengua puntiaguda el dedo índice de Armand, recogiendo así el rojizo líquido que lo manchaba —Délicieux, quel goût exquis Armand— Murmuró.

Sus mejillas de ruborizaron con suavidad mientras lamía gustoso su mano, manteniendo su vista en el rostro ajeno.