—Estaba bien, puedo caminar por mi cuenta.. pero pasó que unas personas se me acercaron, y olían horrible, tanto que no me pude sacar el olor y por eso no encontraba el camino a casa. Ken estaba ocupado y no quería molestarlo.
Dijo, y al haber escuchado la taza desplazarse entendió que la cedía a él, su calor lo atrajo y después del primer sorbo hizo una mueca de asco.
