—Soy graciosa, es tu orgullo Desmond el que no te permite decirlo. Estamos solos, andaaaa... admite que si soy graciosa...

Lo incitó a cumplir su pequeño capricho que pese al transcurrir de los años no cambiaba, seguía siendo la misma pequeña traviesa y rebelde de 5 años en el cuerpo de una joven. Su mano conservó el poder al no ceder a liberar la corbata cuyo dueño pedía a gritos recuperar su libertad antes de que su rostro se convirtiera en un punto rojo.

—No te estoy ahorcando... sólo estoy poniendo todo en su lugar, debe ser perfecto o sentirás que tu padre nos reprobará. Y hablando de orden... ¿Qué te parece mi vestido? ¿Es lo suficientemente elegante para la cena?

Luciendo un vestido color turquesa corte imperio dejó libre su corbata dando una vuelta como tantas veces lo había hecho con Becky y los modelos que conseguía para ella.