La mano izquierda del joven pasó por la cintura a la espalda de la mujer hasta aprisionarla con él y acercar ambos cuerpos, presionando sus hermosos pechos contra el suyo, teniéndola tan cerca como se podía solo separados por una fina capa de agua caliente la que caía desde la regadera aún. Con la otra mano acarició la mejilla rojiza de la marine y con la más sutil de sus sonrisas se acercó a sus labios.
-Mentí, realmente cambiaste todo.
Besó esos labios de locura y calló en el placer que era pertenecer a ellos. La abrazó con ambos brazos y sus manos resbalaron a su redondo trasero que apretó suavemente aumentando la pasión de los besos que plantaba en su dulce y delicada boca.