¿Qué? ¿Acaso piensas escapar, estúpido? - Preguntó con burla en sus palabras, al notar la semi transformación de Meiren en su rostro. - Yo puedo hacer contigo lo que me dá la gana. Me tienes harto. Deshacerme de tí facilitará mucho las cosas... - Dio unos pocos pasos para acercarse a Meiren, sin descender su espada la cual aún mantuvo erguida con intenciones de asesinarle. -

- No obstante, la espada de Ranshao desapareció de su mano en un parpadeo. Perplejo, el emperador intentó nuevamente invocar aquella arma, pero fue inútil. De hecho, intentó al menos hacer aparecer las cintas llameantes y estas tampoco aparecieron. -

¡MALDICIÓN! ¡¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO?! - Chilló el monarca sumamente enfurecido. Miró con odio a Meiren y trató de abalanzarse sobre él, para asesinarle con sus propias manos. Sin embargo, Ranshao cayó al suelo, retorciéndose de dolor. - ¡Argh!