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[...] tu poder reside en la concepción que poseen los seres vivos de ti; si no eres percibida como tal, si no influencias en nadie, entonces solo serás un cuerpo del que siempre podré abusar —esa era la cruel verdad y aparentemente el único camino que a ella le quedaba transitar; crecer como una maldición, obtener más poder, aunque de una manera demasiado compleja, que podría llevarle una eternidad—. Esa es la salida real, estás condenada a eso sin ayuda de nadie...
[...]. En la naturaleza hay muchos ejemplos, pero los recipientes sólidos tienden a romperse cuando el interior sale de control, eso acabará por matarte, te irás con el viento —imaginó que también era consciente de eso, eso pudo explicar el porqué no se suicidó o no se lanzó de algún risco. Antes de ir con la verdad se enserió un poco, también buscó su mirada, esperando no ser irrumpido—. La carne, sin embargo, es vulnerable a ciertos cambios, tantos externos como internos; sin embargo, son condiciones demasiado específicas las necesarias para poder transformarlo desde el interior... La respuesta es esa, no debes ser enemiga de tu cuerpo, pero para eso tu influencia debe aumentar para poder adaptar la carne a tus necesidades y a la vez volverte lo suficientemente poderosa como para sobrevivir sin él —comparó a ese espíritu con un gas, si no era lo suficientemente denso acabaría aplastado y descompuesto por el aire—. Eres una maldición, en esencia no eres diferente a una deidad [...]
Entrecerró sus ojos cuando el frío de su uña dibujó una nueva marca en su blanca piel, adictivo dolor que lo llevaba a escenarios retorcidos, haciéndola a ella siempre protagonista; su cuerpo pareció reaccionar a ello, pero un fuerte suspiro le volvió a la realidad, estaban luchando por las riendas de esa alianza—. Ese tono me gusta más, haré de cuenta que te acabas de disculpar —se alejó entonces, no quiso estar a la distancia de su mano cuando desvelase la verdad, su parte del trato, lo que ella reclamó con justa razón—. La naturaleza implica que el contenido nunca debe alterar al contenedor; el vino no puede modificar a su recipiente y lo mismo ocurre contigo, aunque fuese antinatural que estés dentro de ese cuerpo, no puedes hacer nada para alterar realmente la carne —le dijo algo obvio, supo que ella era muy consciente de eso, pero era necesario aclararlo antes de seguir—. Sin embargo, cuando un contenido posee demasiada influencia, puede cambiar aquello que lo contiene [...]
GuujiSakura · 26-30, F
Debió escupirle en el rostro para que entendiera cuál era su lugar, pero esa suerte de alianza que tenía con él no era únicamente mutua conveniencia, era prácticamente su único medio. Y vaya que el muy imbécil era retorcido. Una mueca que oscilaba entre el disgusto y el asco le dedicó. Si pudiera utilizar todo su poder, ese hombre no sería más que trizas entre sus fauces, polvo entre sus garras... se imaginó a sí misma desgarrando su frágil cuerpo humano, y reclamando su carne y su sangre, eso le hizo sonreír. —¿Quieres que me ponga de rodillas y abra la boca para ti? Pídelo y lo tendrás.— Alzó su diestra en un movimiento grácil, su afilada uña acarició la mejilla, provocandole una herida. Su voz volvía a ser un dulce susurro. —Después de que terminemos de hablar. Ese era el trato.
Ciertamente, muy lejos estuvo de intimidarle. No pudo evitar bajar un poco su rostro, dejando que las hebras cubriesen su rostro, esto fue porque una violenta risa comenzó a gorgotear en su interior, acompañada de esta en su rostro se asomó una expresión desequilibrada, engreída y claramente denigrante. Cuando la enfrentó con la mirada se arrodilló para acercarse a ella, cruzó su espacio personal y acercó su rostro al ajeno, sin embargo, para hacerlo peor, se atrevió a tomar con poca delicadeza su mentón con la diestra— ¿¡Dónde quedó toda tu elegancia, zorra!? —la soltó con igual fiereza, riéndosele en la cara— ¡No te lo diré si me lo pides así, idiota! —así su tono se fue volviendo irónico, realmente malvado—. Creo que deberías rogar... Sí, un poco de humildad te haría bien.
GuujiSakura · 26-30, F
Entrecerró los ojos. Eso la había dejado todo lo contrario a complacida. Ahora se sentía furiosa, sus pupilas violeta parecían una tormenta, y sus labios entreabiertos mostraban apenas uno de sus colmillos, dándole una apariencia feroz, amenazante, aunque no lo suficiente como para intimidar a ese hombre. —Más te vale...— Su voz dejó de ser la melosa canción que usualmente brotaba de sus labios. —Habla ya, Warlock. ¿Qué tengo que hacer para deshacerme de esta prisión de carne y huesos?...
Encontró su lugar frente a ella,, "por debajo" de su comodidad de aires tan nobiliarios. Se encontraba cruzado de piernas, sobre una apoyó uno de sus codos, todo para que su rostro descanse en la palma de la mano de esta extremidad, pensativo la miró—. La mala... La mala noticia es que te llevará mucho esfuerzo lograr tu objetivo —prefirió anunciar la mala noticia primero, pues la buena era, por creces, de mayor relevancia—. La buena es que puedes lograrlo y sé exactamente lo que debes hacer para lograrlo —agregó finalmente con una sonrisa maliciosa—. Ahora tienes más incentivo para que me tortures de nuevo.
GuujiSakura · 26-30, F
Una seda blanca 'cubría' su cuerpo, aunque no se preocupaba demasiado porque lo hiciera bien. Recostada entre el montón de cojines (robados) en improvisados aposentos que consideraba más dignos de ella que una carpa individual y una colcha tirada en el bosque, sus colas convertidas en una sola, realizaban una ligera oscilación a su espalda, mientras le miraba, con notable interés.
—La que me ponga de mejor humor.— Con su índice y medio, de un platito que tenía a un lado, alcanzó una fresa. —Creo que no te torturé lo suficiente.
—La que me ponga de mejor humor.— Con su índice y medio, de un platito que tenía a un lado, alcanzó una fresa. —Creo que no te torturé lo suficiente.
— Bueno, ya cumpliste con mi parte, ahora me toca cumplir con la tuya —dijo una vez terminó de acomodarse la ropa. Le había prometido que le contaría las novedades, que la ayudaría con su problema; podía ser un desgraciado, pero él también salía ganando, independientemente de cualquier vulgaridad que ella saciara con su cuerpo. Buscó asiento, tenían que hablar—. Tengo una buena noticia y una mala, ¿cuál primero?
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